Hernando F. Calleja
Dentro de la guerra de las palabras a la que aludía este servidor de usted
hace un par de semanas, la palabra relato ha cobrado fuerza, hasta el punto
de ocupar espacios en la primera página de un diario impreso de gran
difusión y ser repetido hasta la náusea por comentaristas de toda laya.
Hay dos clases de relato, el que supone dar conocimiento, generalmente
detallado, de un hecho (relato noticioso, relato histórico) y el que supone una
expresión creativa: se inventa una historia y se narra. El relato, generalmente
tiene poca extensión y de ahí que se lo conozca como relato corto o relato
breve y se asimila a veces al género narrativo del cuento.
En la información a la que me refiero, el periodista, generalmente bien
informado, viene a decir que el Gobierno trata de crear un relato en el que no
importe lo que realmente pasó en los días de plomo del procés, sino en
cómo se cuente en la exposición de motivos de una futura ley de amnistía.
En consecuencia, se trataría de hacer prevalente una versión inventada del
proceso político de Cataluña que culminó con la ridícula declaración unilateral
de independencia formulada por el que era presidente de la Generalitat,
Carles Puigdemont, de tal manera que esa versión creativa se convierta en
verdad oficial. De este modo, lo que realmente ocurrió, pasaría a un segundo
plano, a la condición de simple versión de los hechos.
Creo que el Ejecutivo se encuentra con varios problemas para que la versión
creativa de lo ocurrido en Cataluña pueda llegar a ser esa verdad oficial a la
que aspira. De todos los acontecimientos fueron testigos en directo o en
diferido millones de personas a través de la televisión, de las emisoras de
radio y de los diarios impresos y digitales de todo el mundo. Modificar esas
imágenes en el recuerdo de esos millones de personas es imposible. Ni la
quema de los archivos de los medios sería suficiente, porque ya están todos
en la nube y en la memoria individual de cada uno de nosotros.
Además, las acciones ya han sido juzgadas y tanto las actas del juicio como
la sentencia dictada por el Tribunal Supremo, que contiene un capítulo de
hechos probados, no pueden ser modificados ni por el Tribunal
Constitucional, por mucho que se porfíe en cambiarlos.
La pregunta es ¿tiene un Gobierno poder para modificar la historia? Algunos
lo han intentado, pero no eran democráticos o dejaron de serlo. ¿Es esa la voluntad de Pedro Sánchez y del PSOE?
Un servidor todavía quiere creer que no.
https://www.diarioabierto.es/675567/el-relato-hay-que-inventar-lo-que-paso-en-cataluna