Santiago Miguel, presidente de Vitartis, afirma que el III Congreso de la Industria Alimentaria de Castilla y León “quiere transmitir a la sociedad el mensaje de que fortalecer el sector es impulsar el desarrollo económico y social de la Comunidad, especialmente en el medio rural”.
El actual marco regulatorio, la dificultad para disponer de los profesionales que necesitan las empresas y la situación económica general son los tres asuntos que más preocupan a la industria agroalimentaria de Castilla y León, según revela la encuesta que ha realizado Vitartis este año entre sus socios, cuyos resultados formarán parte de los análisis que realizarán las mesas de debate del III Congreso de la Industria Alimentaria de Castilla y León, que tendrá lugar los días 23 y 24 de mayo en Burgos.
En palabras del presidente de Vitartis, Santiago Miguel, “es preciso conocer el estado de opinión y las principales inquietudes del sector, si queremos apuntar cuáles son las líneas de mejora en las distintas áreas de gestión y, en definitiva, cómo podemos contribuir al crecimiento del sector, cuestión que constituye el eje de nuestro próximo Congreso”.
El lema de esta tercera edición, ‘Crecer haciendo crecer’, “expresa claramente la idea que queremos transmitir a las instituciones y al conjunto de la sociedad con la celebración de este nuevo encuentro de la cadena agroalimentaria”, dijo Santiago Miguel.
“Queremos impulsar el fortalecimiento del sector agroalimentario de Castilla y León, que es muy dinámico, competitivo y estratégico, conscientes de que tendrá un impacto directo en el desarrollo social de todo su entorno y muy especialmente en el medio rural, dada la estructura capilar del propio sector”.
Por eso es importante saber, “como sabemos ahora —dijo—, que el exceso de regulación y de burocracia, así como su alto coste, constituyen la primera causa de preocupación de las empresas agroalimentarias de Castilla y León; y que lejos de disiparse a medio plazo, consideran que el problema se agravará aún más en el horizonte de los próximos cinco años”.
En la encuesta, Vitartis pidió a sus socios que expresaran el grado de preocupación que les sugería cada una de las 24 cuestiones planteadas valorando entre 1 y 5 la importancia de las mismas, sabiendo que el 1 significa que no supone problema alguno y que el 5 representa un problema de la máxima gravedad.
De las respuestas se deriva que el grado de preocupación medio se sitúa en el 2,6. Y en este contexto, la problemática que plantea el marco regulatorio actualmente eleva el grado de preocupación de los empresarios hasta el 3,5, si bien se dispara cuatro décimas más (3,9) al considerar que su evolución empeorará en los próximos años.
El talento y la incertidumbre
La segunda cuestión que más preocupa al sector es la dificultad para poder contar con los profesionales que necesitan las empresas; es decir, el problema que supone la captación de talento, que se sitúa en un nivel de gravedad del 3,3 y que se eleva al 3,7 al considerar cómo puede evolucionar a medio plazo.
Esta problemática, aunque no es nueva para los responsables de recursos humanos de las industrias agroalimentarias, sigue siendo muy importante para todas ellas y particularmente para las de menor dimensión.
Preguntados por la inquietud que genera el contexto económico general, las empresas del sector acusan la incertidumbre y confiesan también un grado alto de preocupación, tanto en la actualidad (3,2) como, sobre todo, a medio plazo (3,5).
Por otro lado, la consideración de otras cuestiones como ‘no problema’ o ‘pequeño problema’ responde, muy probablemente, al hecho de que las empresas han hecho o están haciendo ‘los deberes’ en esas áreas.
Entre ellas, por ejemplo, la problemática del suministro de materias primas (2,8), la huella de carbono (2,3) el uso eficaz de las materias primas (2,2), la innovación en procesos y productos (2,5), la digitalización (2,6), la valorización del producto (2,7), la evolución del consumo (2,7), las TIC (2,2) o la logística y el transporte (2,3).
Tampoco genera una preocupación importante la situación actual del propio sector agroalimentario (2,8), aunque consideran que se complicará a medio plazo, probablemente por el impacto regulatorio y las tensiones geopolítica, hasta el punto de elevar el grado de gravedad hasta el 3,3 en el horizonte de los próximos cinco años.